El punto en común en todos los itinerarios previstos es la visita al Centro de Interpretación, lugar desde el que comenzaran todos los itinerarios y desde el que se controlará el acceso del público visitante. En el espacio previsto para aparcamiento los visitantes dejarán sus vehículos, puesto que los itinerarios guiados y autoguiados en el Tolmo de Minateda son peatonales.
En el caso en el que los visitantes decidan realizar otro itinerario exterior, ya sea medioambiental o el del Abrigo Grande de Minateda, deberán desplazarse hasta los puntos establecidos en el itinerario con sus propios vehículos, siendo, eso sí, guiados y previamente informados del itinerario a seguir.
El Centro de Interpretación será el primer destino de todos los visitantes. Aquí se controlará su acceso y se le proporcionará la información de bienvenida, y posteriormente accederá a los diferentes recursos y servicios que se encuentran en su interior. El Centro es un espacio polivalente cuya función principal consiste en proporcionar al visitante los medios para comprender y conocer la evolución histórica y cultural del territorio en el que se insertan las diferentes zonas arqueológicas que constituyen el Parque, su interrelación con el espacio físico que ocupan y las principales características culturales y materiales de las mismas.
Mediante el empleo de medios audiovisuales e interactivos junto a los medios expositivos se pretende establecer un primer canal de diálogo entre el visitante y el Parque, complementado tras la visita, y con la posibilidad de realizar diversas actividades didácticas centralizadas en el Centro de Interpretación. La exposición que se puede ver en el centro de interpretación consiste en un recorrido expositivo diacrónico, en el que el visitante podrá acercarse de forma adecuada a los restos arqueológicos y a los recursos medioambientales que visitará con posterioridad.
Se trata de un discurso complicado, puesto que hay que explicar un Parque Arqueológico como el del Tolmo de Minateda, caracterizado por su gran complejidad estratigráfica y su larga secuencia de ocupación, a la vez que singularizado por su carácter binuclear, puesto que interpreta y muestra dos Bienes de Interés Cultural indisolubles pero físicamente separados: el Abrigo y las pinturas neolíticas de Minateda, declaradas Patrimonio de la Humanidad, y el conjunto del Tolmo de Minateda, habitado desde la Edad del Bronce a la Época Contemporánea.
El hilo conductor de dicho discurso gira entorno a un motivo principal, un “leitmotiv” argumental, que preside y conduce la exposición: “Una ciudad en el camino. Un camino en la historia”. Se trata de una metáfora explícita que alude a la vez a la singularidad geopolítica del emplazamiento –su dominio del valle y su relación sostenida y determinante con el camino secular entre la Meseta y el mar—, de un lado, y su sucesivo devenir histórico, materializado en su ocupación reiterada desde la Prehistoria remota, de otro.