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La época Romana

La muralla ataludada de época ibérica sirvió durante varios siglos como muro de contención de las aguas y de los arrastres que bajaban por el Reguerón y también como elemento de defensa de la ciudad a sus espaldas. Pero hacia el año 9 a.C. se construyó por delante de ella un muro de sillería recto, que obligó a desmontar su parte más saliente; para facilitar su asiento se retalló la roca de base del cerro, rebajándola ligeramente y dándole el aspecto de escalera que hoy conserva. La muralla así configurada cerraba por completo el acceso al Reguerón y ocultaba la antigua obra ataludada que durante siglos había dominado el panorama. La puerta, que no se ha conservado, debió estar adosada al farallón rocoso al norte del Reguerón.

derrumbe
muralla

El motivo de construcción de esta obra, que no supone ningún refuerzo constructivo sino sólo un intento de embellecimiento, parece encontrarse en los restos de la propia muralla. Entre sus sillares, reutilizados en otra más tardía, se cuentan varios pertenecientes a una inscripción monumental, con letras de 22 cm de altura y la mención del emperador Augusto, de su sobrino Nerón Claudio Druso y posiblemente también de su otro sobrino Lucio Domicio Ahenobarbo. Esta inscripción se labró sobre los sillares ya colocados en su lugar y tiene paralelos en otros lugares del Imperio romano, algunos de ellos datados también en la época de Augusto. La fecha concreta, el año 9 a.C., viene dada por la mención Nerone Claudio Druso, cónsul en esa fecha.

inscripcion

Esta obra de monumentalización desarrollada por Augusto resulta especialmente significativa, puesto que junto a la mención del emperador aparece, como ya se ha indicado, su sobrino Lucio Domicio Ahenobarbo, lugarteniente suyo en no pocos gobiernos provinciales y campañas militares. Es muy posible que aquí intervenga en calidad de gobernador de la Provincia Hispania Citerior Tarraconensis, creada no muchos años atrás por el propio emperador. Su ubicación en lo alto del camino de acceso que desde la vía Carthago Noua - Complutum ascendía al pie del farallón rocoso de El Tolmo aseguraba un efecto propagandístico de primer orden, pues con sólo volver la cabeza, los viajeros podían leer quiénes y por qué la habían construido.

El nombre de la ciudad es por el momento problemático. No existe constancia documental de cuál pudo ser, aunque a título de hipótesis podemos avanzar que de los que conocemos por las fuentes antiguas es el de Ilunum, citado por Ptolomeo ‑‑una ciudad de la Bastetania, según sus palabras‑, el que mejor conviene a nuestra ciudad. Así lo han señalado autores como E. Molina, A. Carmona y P. Sillières quienes ‑‑siguiendo la tradición iniciada por el canónigo Juan Lorenzo‑‑ insisten en la probable relación etimológica de los nombres Ilunum, Elo e Iyih. Este último es sin ninguna duda el nombre árabe de la ciudad de El Tolmo y origen del actual topónimo Minateda, tema sobre el que volveremos más adelante. 

Fuera cual fuera el nombre, lo que resulta evidente es que hacia el cambio de Era se trataba de un municipio que regía un territorio amplio, pues limitaba con los de Ilici (Elche, Alicante) por el este, Carthago Noua (Cartagena) y Begastri (Cehegín) por el sur, una ciudad de nombre desconocido ubicada en la zona de Los Villares de Elche de la Sierra y Libisosa (Lezuza) por el oeste y Saltigi (Chinchilla) -en el caso no comprobado de que fuera realmente una ciudad; si no, limitaría con el territorio de Segobriga- por el norte.

inscripcion piedra

Otra inscripción parece darnos el motivo real de esta construcción monumental; se trata de un epígrafe labrado en un sillar en el que se lee T(itus) Martiu[s ---] / V(ibius) Fuluius Quetu[s] / G(aius) Grattius Grattianu[s] / II viri H(oc) O(pus) F(aciendum) C(uraverunt), esto es: “Tito Martio, Vibio Fulvio Queto y Gayo Grattio Grattiano, duunviros, se ocuparon de hacer esta obra”. De los tres nombres, los dos últimos corresponden a sendos duunviros, en tanto que el primero bien pudo haber desempeñado un papel similar inmediatamente antes de que se hubiera normalizado la situación. Muy posiblemente la erección de la nueva muralla, y la inscripción monumental allí recogida, tiene como fin conmemorar este hecho y dar cuenta de que en él intervino, de una u otra manera, el propio emperador a través de su legado o representante en la provincia.

Testimonio de la presencia romana en esta época son algunas cremaciones en hoyo sobre la antigua necrópolis ibérica y los numerosos epígrafes funerarios reutilizados en la muralla tardía del Reguerón. Todos ellos deben proceder de las necrópolis situadas al pie de El Tolmo, posiblemente entre este yacimiento y la zona de Zama, donde se ubican otros restos. De su estudio conjunto parece que en su mayoría fueron realizadas por un mismo taller lapidario, que debió estar situado en el propio Tolmo o en sus inmediaciones, y sin duda jalonaban el camino que discurría entre Carthago Noua y Complutum. Esta vía no aparece en los Itinerarios romanos, pero se encuentra atestiguada por numerosos miliarios, datados entre comienzos del siglo I d.C.y mediados del III d.C.

Dentro del relleno de la muralla tardía se han encontrado también piezas de gran interés. Entre ellas una cabeza que se descubrió de manera casual en el año 1927, hoy en el Museo de Albacete, fragmentos de escultura animalística y humana y elementos arquitectónicos.

estatua
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