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La época islámica

El fin del reino visigodo conlleva el inicio de la época islámica. En estas tierras, sabemos que el tránsito histórico entre una y otra, que no tiene por qué suponer una inmediata ruptura cultural, se produjo con la firma del Tratado de Teodomiro, un pacto que se conoce a través de varias fuentes árabes, firmado hacia el año 713 entre el hijo de Mûsâ, `Abd al-`Azîz, y un noble visigodo, Teodomiro, posiblemente conde o duque de la región. Este personaje debía disponer de un importante poder económico y de un significativo reconocimiento social, puesto que el ámbito territorial sobre el que tuvo efecto el tratado fue conocido a partir de entonces por la traducción al árabe de su nombre, Teodomiro, es decir Tudmîr; término que acabó por designar una provincia administrativa de al-Andalus: la Cora de Tudmir, que abarcó los territorios actuales del sur de Alicante, Murcia, este de Albacete y norte de Almería.

En este tratado se mencionan siete ciudades de indudable origen preislámico, aunque sus nombres varían de una versión a otra. Por lo común se acepta que las ciudades citadas son Auryûla (Orihuela), Mûla (el Cerro de la Almagra en Mula), Lûrqa (Lorca), Balantala (¿Valencia?), Laqant (Alicante), Ils (la ciudad romana de Ilici, La Alcudia en Elche) -sustituida por Buq.sr.h (la ciudad romana de Begastri, Cabezo Roenas en Cehegín) en algunas versiones- e Iyih.

ciudades pacto
hellin

Esta última ciudad, ubicada tradicionalmente en las cercanías de Hellín, creemos que puede  identificarse a ciencia cierta con El Tolmo de Minateda. Esta afirmación se apoya en el itinerario medieval de Cartagena a Toledo, la antigua vía romana de Complutum a Carthago Noua, descrito en el siglo XI por el geógrafo almeriense al-`Udrî. Menciona una Madînat Iyih (es decir, la madina o ciudad de Iyih) entre Cieza (Siyâsa) y Tobarra (Tubarra), a 30 millas de la primera y  a 10 de la segunda. Aunque inicialmente se la identificó con la propia Hellín, ni el nombre árabe de ésta (Falyân) ni sus vestigios arqueológicos, mucho más tardíos, apoyan dicha hipótesis. La mención en un documento del año 1252 de los lugares de Felín (Hellín), Hyso (Isso) y Medina Tea, claramente relacionado este último con el actual topónimo de Minateda, despeja cualquier duda al respecto y permite afirmar que la ciudad de El Tolmo de Minateda fue conocida en época islámica como Madînat Iyih, y es casi con completa seguridad una de las ciudades visigodas mencionadas en la capitulación del año 713.

La inclusión de la ciudad de Iyih en la órbita del tratado firmado por Teodomiro debió suponer para las élites laicas y religiosas de la región el relativo mantenimiento de sus privilegios y permitió la pervivencia inicial de su principal centro urbano, como lo demuestran los abundantes vestigios de los primeros siglos de la época islámica.

El proceso de cambio cultural que lleva desde lo visigodo a lo islámico está relativamente bien conocido en El Tolmo de Minateda. En su necrópolis norte, la misma donde se enterraban los cristianos en época visigoda, se ha hallado más de una docena de enterramientos de rito musulmán, practicados en el interior de fosas excavadas en la tierra y cubiertas por losas. Las fosas se orientan, al igual que las cristianas, de este a oeste, pero en ellas el difunto se coloca sobre el lado derecho con la cara vuelta al sur, en dirección a La Meca, el lugar santo de los musulmanes.

En la parte alta de la ciudad, sobre las ruinas del conjunto religioso y de un edificio anejo todavía en excavación, se inicia un proceso de remodelación espacial que sólo concluirá con el abandono de la ciudad. Se comienza a edificar un barrio residencial cuya trama urbana se articula a partir de calles que en unos casos coinciden total o parcialmente con las de época visigoda y que en otros modifican el antiguo trazado; las que parecen calles principales son dos ejes norte-sur que se superponen con más o menos exactitud a las de época anterior, y en ellas se han documentado apoyos para pies derechos, seguramente para sujetar toldos o cubiertas. A medida que pasa el tiempo, las construcciones se extienden a zonas antes baldías, con lo que aumenta la densidad de edificación.

Esta planificación se constata también en la creación de muros de contención que aterrazan los espacios donde se sitúan los conjuntos de viviendas.  Las casas se adosan y yuxtaponen, dejando entre sí espacios abiertos y callejones que cubren los arruinados edificios visigodos. De este modo, algunas calles ocupan áreas donde antes había construcciones, al tiempo que nuevas viviendas se construyen sobre antiguos espacios abiertos. La remoción afecta incluso a algunos de los enterramientos cercanos a la iglesia, que son vaciados.

planificacion

El nuevo urbanismo se organiza en torno al antiguo solar de la iglesia, ahora en ruina, sobre el que no se establecen viviendas, sino instalaciones de tipo artesanal. En los escombros caídos se excavaron dos hornos, uno al menos de los cuales estaba con completa seguridad destinado a cocer cerámica, ya que apareció desplomado y con parte de la carga aún en su interior. Sólo se reutilizan las habitaciones meridionales anejas al edificio, que constituían espacios fácilmente independizables. Donde mejor se puede seguir todo el proceso es en la estancia al lado del baptisterio, que tuvo un uso doméstico cuando la iglesia estaba aún en pie y que, tras sucesivas remodelaciones y compartimentaciones, se compartimentó en dos estancias y un azucate que daba acceso a los hornos. Al este de la iglesia se establecieron almazaras similares a las que abundan por todo el yacimiento, con una serie de estancias adosadas que debieron servir de almacén o áreas de trabajo alrededor de un espacio abierto. 

urbanismo
viviendas

Las viviendas son de una o dos habitaciones y están a una cota más baja que la de la calle, por lo que las entradas suelen ser escalonadas hacia el interior. Los muros son de mampostería de piedra pequeña trabada con barro y tienen en las puertas grandes lajas verticales a modo de jambas; por el interior, son frecuentes bancos y poyetes. Los suelos son de tierra apisonada mezclada con algo de cal en los mejor preparados y sobre ellos hay hogares formados por tortas de arcilla anaranjada con la superficie endurecida por la exposición al fuego. No conocemos cómo serían las techumbres de las viviendas, pero la ausencia de tejas sugiere la existencia de cubiertas planas.

En los patios o espacios abiertos se constata la existencia de grandes tinajas semienterradas, al estilo de los dolia romanos. Una de ellas, dentro de una vivienda, tenía un embudo junto a su boca, lo que parece indicar que estos recipientes servirían para contener líquido. Si tenemos en cuenta que en esta época los antiguos aljibes tallados en la roca estaban ya colmatados -muchos de ellos de manera voluntaria- y por tanto inutilizados, es posible que su función fuera asumida ahora por estos contenedores.

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