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El Tolmo después del Tolmo

despues del tolmo

Nada en el yacimiento indica, hoy por hoy, la continuidad de la ciudad como tal después del Emirato cordobés (711-929). Con posterioridad la ocupación, si la hubo, debió ser muy marginal y su carácter puntual -- reducido posiblemente a un pequeño parador en la vía-- impide postular un carácter urbano. Este abandono se relaciona con un fenómeno semejante observado en otras ciudades de origen romano de la región y tiene mucho que ver con el desinterés por la ciudad que muestra en este momento tanto las élites de origen indígena, propietarias de extensos latifundios rústicos, como los nuevos pobladores musulmanes, que optaron casi desde un principio por el asentamiento en las alquerías. Desprovistas de toda la actividad económica que les había dado sentido y reducidas a meras sedes fantasmagóricas de la jerarquía religiosa, las antiguas ciudades perdieron su razón de ser.

A mediados del siglo X, con la estabilidad social lograda durante el Califato instaurado por `Abd al-Rahmân III, la Cora de Tudmîr se integra definitivamente en la vida de al-Andalus y con ella lo hace uno de sus distritos agrícolas, el de Iyih al-Sahl o Iyih del Llano, que se refiere seguramente a la región de Hellín-Tobarra. Sin embargo, Madînat Iyih, la ciudad de El Tolmo de Minateda, no fue capaz de sobrevivir a este proceso; cuando al-`Udrî en el siglo XI describió la vía de Cartagena-Murcia a Toledo, Iyih ya no debía de ser más que un simple parador del camino y el apelativo urbano que el geógrafo le otorga era sólo un homenaje a la importancia histórica que la abandonada y ruinosa ciudad tuvo en otro tiempo. Ahora es el momento de los pequeños núcleos urbanos que habían comenzado a formarse en torno a sus castillos roqueros durante los siglos XI y XII: Hellín, Tobarra, Liétor, Alcaraz y otros muchos, que sobrevivieron a la conquista castellana y a la destrucción de la sociedad que los había visto nacer, para transformarse en las ciudades y pueblos actuales.

El último renacer de El Tolmo tiene lugar a finales del siglo XIX, cuando se construyen casas semirupestres, que en parte aprovechan las covachas naturales en las rocas y en parte se construyen ante ellas. La ocupación se mantuvo hasta mediados del siglo XX, con una población relativamente numerosa, que dio origen al llamado ‘Lugar de las Casas de El Tolmo (o del Tormo)”. Aún se conservan numerosos vestigios de esta última ocupación, y algunos de ellos se han rehabilitado con el fin de integrarlos en el proceso expositivo del Parque Arqueológico.

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