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Convento de Franciscanos

convento de franciscanos

Uno de los edificios históricos más espectaculares de Hellín es el Convento de Franciscanos, en la Plaza de San Francisco. El convento está dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles. La construcción comenzó a partir de la patente otorgada por Francisco de los Ángeles, General de la Orden Franciscana, a Antonio de Jaén, primer guardián del convento, expedida el 24 de enero de 1524.

La orden franciscana ha sido la única presente en esta comarca antes del siglo XX, con conventos de frailes en Tobarra y Hellín, y otro de monjas claras en esta ciudad, que fue el único mantenido tras la desamortización de 1835. En este convento hay dos zonas muy diferenciadas: la iglesia (B), que se mantuvo abierta al culto, y la zona conventual, compuesta por el claustro (F), las celdas (G) y el huerto (H), que fue la más reformada para otros usos. La comunidad religiosa se recuperó entre 1923 y 2008. Las fases constructivas y reformas se han sucedido hasta la actualidad. Aquí se resume la historia de Hellín y las corrientes culturales que por ella han pasado en los últimos cinco siglos.

 

A) La fachada de la plaza fue restaurada por la Escuela-Taller en 1987, eliminando una portada clasicista de 1958 y reconstruyendo los arcos con ladrillos cerámicos, comunes en la estructura original del edificio. Las rejas también son merito de dicha escuela. En el muro del atrio se recuperaron inscripciones parecidas a los vítores que los universitarios hacían al terminar sus estudios, las iniciales VOT representarían a la Venerable Orden Tercena (hoy Orden Franciscana Seglar).

B) La iglesia comenzó a edificarse por su presbiterio formado por un ábside ochavado, seguido por el crucero y las dos capillas principales a ambos lados, que por sus dimensiones son los brazos de la cruz latina que el templo forma en planta. Ésta primera parte esta cubierta por bóvedas de nervios en piedra, construidas durante el siglo XVI manteniendo la tradición secular, continuada en las capillas que se abren a la nave por arcos apuntados y cubiertas por bóvedas de crucería. El artesonado, con estructura tradicional de par y nudillo, se compuso con casetones mostrando el renacimiento de los elementos de la antigua arquitectura romana. El arco levemente apuntado que separa las dos tipos de cubiertas es interpretado como la separación entre la feligresía común y quienes tenían su puesto reservado cerca del presbiterio. En el siglo XVIII la iglesia se redecoró al gusto barroco. Las capillas-hornacinas acogían esculturas y pinturas que representaban multitud de advocaciones, de cuyo mantenimiento se hacían cargo patronos, por el privilegio de tener sus sepulturas. Con la desamortización de 1835 se dispersaron muchas de las obras de arte. Pero los mayores deterioros se produjeron durante la Guerra Civil (1936-1939). Así los retablos e imaginería actuales son de la segunda mitad del siglo XX. El retablo mayor, reproducción del original, es una obra del hellinero Rafael Millán Álvarez, terminado en 1954. Los relieves del murciano Tomás Noguera representan los siete gozos de María. Contiene los escudos de España, del Vaticano y de la familia Valcárcel, que también esta reproducido en el exterior del convento. El “incendio del belén”, 26 de diciembre de 1955, iniciado en el coro, a los pies de la iglesia, motivó que se retirara la falsa bóveda de escayola que ocultaba el artesonado, cuyas partes quemadas se restauraron con escayola, también se eliminaron los balcones sobre las capillas del lado del evangelio y el muro se redecoró con los arcos mixtilíneos actuales.

 

1) Capilla de Nuestra Señora de Los Ángeles, titular del convento. Su retablo en estuco es de mediados del siglo XVII. Era la capilla más noble y perteneció a la familia Pérez Vela, donde tenían sepultura. Sus escudos nobiliarios están incluidos en el retablo. Las imágenes y pinturas fueron restituidas después de 1936 por donación de Agustín Fernández y Ana Guirado. El retablo del Corazón de Jesús es obra de Rafael Millán y donación de María Cruz Pérez Roche. Imágenes de Nuestra Señora de Lourdes y San Martín de Porres.

2) Capilla de San Joaquín. Paso de la Virgen del Perdón y Cristo de la Caída, obra del imaginero local José Zamorano. Su cofradía solo la integran mujeres.

3) Capilla de La Piedad. Paso de Jesús del Gran Poder, obra del sevillano José Manuel Fernández Andes. Entre estas capillas se abrieron nuevos arcos durante la reforma de 1928.

4) Capilla de San Antonio de Padua. Perteneció a la familia Ruiz. Paso de Jesús y La Samaritana, obra de José Zamorano.

5) Capilla de Nuestra Señora del Carmen. El paso de la Negación de San Pedro es del escultor local José Zamorano. El retablo es de la segunda mitad del siglo XX. También hay una imagen del rey San Fernando, patrón de la Venerable Orden de la Venerable Orden Tercera (VOT) en España.

6) Retablo de San Pascual Bailón, fraile franciscano. Este retablo y el siguiente responden a la misma tipología, ambos tienen su origen en un retablo de piedra caliza rojiza del siglo XVI, al que se superpone otro de madera de mediados del siglo XVIII. Fueron restaurados por Rafael Millán. A los pies del altar está la sepultura encargada por Cristóbal Lozano (religioso y literato hellinero, 1609-1667) para trasladar los restos de sus padres, y más tarde los suyos. La portada de la “Puerta Reglar”, que da acceso al claustro, durante la última reforma fue rematada con un frontón, cuya pintura de José Almela representa el transito de San Francisco.

7) Retablo de la Dolorosa. La imagen atribuida a Francisco Salzillo fue la única rescatada del saqueo que sufrió el convento durante la Guerra Civil. El retablo es del mismo estilo y época que el anterior. El dorado lo realizo Rafael Millán Álvarez a expensas de Dolores Millán Villote. El retablo esta rematado en el ático con una pintura de San Lorenzo, obra de Manuel Muñoz Barberán.

8) Capilla de Nuestra Señora del Pilar, antes dedicada a San Buenaventura. Imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Existió un pulpito forjado en hierro. El actual es de madera de castaño tallado en Vivero (Lugo) por José Otero en 1977 y donado por Aurora Millán Villote.

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