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Cueva de Camareta

La cueva de la Camareta se localiza en la zona del embalse de Camarillas, ubicada en una ladera, tallada sobre un farallón rocoso, próxima a las localidades de Minas y Agramón, en el término municipal de Hellín, paraje conocido como el Tesorico. Ésta se localiza en uno de los contextos arqueológicos más importante de la Comarca. 

La cueva, inaccesible a día de hoy debido a las aguas del pantano y la acción humana, presentaba una entrada monumental que daba lugar a tres estancias talladas en la roca, con una orientación predominante E-O. En la entrada se halla la dependencia principal, siendo la mayor, de planta irregular y con una columna tallada, también presenta el techo cupulado, desde aquí convergen las restantes, es irregular y con una columna tallada.

Sus pareces muestran inscripciones visigodas e hispanomusulmanas referentes generalmente a temas religiosos, aunque las inscripciones más antiguas están realizadas con caracteres ibéricos junto a unos caballos de muy buena factura.

La época en que podemos situarla cronológicamente es el siglo I de nuestra era, con especial profusión de inscripciones entre el siglo IV y VII, que unida a los orígenes del cristianismo pudo tomar la función de eremitorio. Se evidencia un final violento hacia el siglo IX, comprobado por una actividad destructora, bien por motivos religiosos bien por militares, a los pies del eremitorio dónde se observa claramente la destrucción del acceso al lugar.

cueva de camareta

La cueva de la Camareta debió resultar  conocida por los árabes desde el siglo XI, cuando se data la destrucción de la entrada monumental. Si bien no fuera seguramente un recinto de culto islámico «oficial», sí debió de ser lugar de recogimiento de algún ermitaño, y es casi seguro que los viajeros o visitantes que a ella acudieron, aprovecharon su visita para cumplir con el precepto de la oración, para meditar o pedir a Dios su ayuda. Muestra de ello son las numerosísimas invocaciones a la divinidad y a su profeta Mahoma.

A partir de entonces pareció abandonarse quedando simplemente como una pintoresca atracción turística para los viajeros que pasaban por las inmediaciones y querían dejar constancia de su paso allí.

Declarada “Bien de Interés Cultural” por la multitud de inscripciones y grafittis en sus paredes, el lugar se puede considerar como un museo de la escritura, con ejemplos que van desde el alfabeto ibérico hasta tipos gráficos contemporáneos en distintos idiomas. En este variado muestrario las inscripciones latinas aparecen repartidas por  las paredes y, en ocasiones, mezcladas unas con otras, habiéndose reutilizado, el espacio para más de una inscripción.  Los epígrafes latinos son numerosos, de diversas manos de visitantes que en bastantes ocasiones nos  han dejado además de las pocas  palabras  con su mensaje, su propio nombre, al igual que los visitantes contemporáneos; si bien éstos no guardan generalmente una mínima consideración hacia sus predecesores, reescribiendo en los  mismos lugares y dañando sistemática y progresivamente estos documentos gráficos de valor histórico y cultural indudable.

Puede decirse que las  inscripciones  latinas  son mayoritariamente de época tardorromana  y visigoda siendo las mas antiguas las encontradas en las columnas y en el lienzo izquierdo de la estancia mayor. Es difícil precisar  la  cronología pero podemos  señalar que se desarrollan en un espacio de tiempo que abarca desde los SS. III-IV al VII, hasta la irrupción de los epígrafes árabes, que marcan el final de los textos latinos, aunque no posiblemente el final de la utilización de la cueva como eremitorio.

Es destacable además la representación de équidos, felinos, palmípedos, barcos, jinetes y otros dibujos abstractos y simbólicos.

Fuente: camposdehellinqr.com

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